Héctor “El Pollo” Figueroa: Juglar Tricolor de San Juan de los Morros para Venezuela y el mundo

 



Nancy Martínez

Quienes visitan la Biblioteca Publica Central Rómulo Gallegos de la capital guariqueña necesariamente lo ven en la escalera que da acceso al edificio, rodeado de libros de segunda mano que vende o intercambia con el público, mientras deja reposar sus marionetas o cuenta las vivencias que acumula en 52 años trabajando por la cultura de Guárico y de Venezuela, pero son pocos los que conocen su historia. Es Héctor “El Pollo” Figueroa, Patrimonio Cultural de Venezuela.

Este pintoresco personaje es actualmente el Coordinador de Artes Escénicas del Estado Guárico, y en su haber posee el Premio Nacional de Juglares en Cuenta Cuentos, fue actor de películas que han tenido relevancia y dicta las cátedras de Oratoria, Teatro y Música. También formó parte de la Generación de Oro que tuvo la responsabilidad de llevar las colecciones de libros de los Bibliobuses a cada rincón de esta ancha tierra llanera para deleite de niños, adolescentes y adultos.

En entrevista concedida y publicada por el medio digital El Tubazo,  nuestro personaje  brinda detalles de su fructífera existencia.  Héctor Miguel Figueroa Carpio, también conocido como El Pollo o El Juglar Tricolor de Venezuela relata que nació en la clínica Mérida, al lado del Hospital Guárico, en el seno de una familia de cultores y poetas. “Era una dinastía de cantantes y músicos, y yo fue el único que salí con la chispa del teatro”.

“Me crie como los niños, corriendo para arriba y para abajo. Pero lo más cómico del caso es que me llevaron remolcado a la antigua Casa de la Cultura cuando tenía 8 años, donde empecé a formarme con la profesora Carmen Joaquín, eso fue en el año 1968, imagínate eso, y pasamos a la Casa de la Cultura nueva en el año 73”, recuerda.

Entre sus guías de aquella época evoca al profesor Gustavo Ziegler, a quien reconoce como el que lo remolcó, y a Gustavo Val su maestro titiritero, Enriquecitos y Nelson, entre muchos que lo ayudaron. 

Del canto a los títeres y juglar

Sobre su paso de las tarimas al digno oficio de titiritero, recuerda, “yo era un cantante con más de 50 festivales ganados, y Gustavo Val se enfermó yendo para Calabozo, donde teníamos un espectáculo con un poeta que llamaban Richard Aguilar.  Entonces, no había marionetero, así que yo agarré la marioneta, y ahí me entró ese gusanito otra vez, y de ahí para adelante nació “El Pollito”, que después fue “El Pollo”. A los años me puse en contacto con los juglares y dio la coincidencia que me monté en un Festival de Juglares a lo loco, y me gané el bendito festival. Bueno, yo digo que fue una cosa de la Providencia”, de lo que estaban ahí, yo sabía más que ellos”.

Ahora las marionetas están en un pequeño letargo, “hasta que se pueda dar la decisión nuevamente de volver, porque pienso que con los 65 años que tengo, todavía me quedan 20 años o un poquito más para para seguirlas bailando, siempre que nos den la oportunidad, y que las instituciones que nos apoyaban vean que no solamente es una canalización hacia una sola área del arte, a donde nos hemos enfrascado”.

Al respecto, argumenta que es de las personas que no duda en compartir los saberes adquiridos, y la gente lo sabe.  Hay testigos de cuando le dieron una oficina vacía en la alcaldía en tiempos de Argenis Ranuárez y empezó a trabajar sin sueldo, y sin nada, sino por amor a lo que hacía.

Confiesa que le gusta estar en la avenida Bolívar, frente a la Biblioteca Pública Central Rómulo Gallegos. “A diario la gente va y viene, esto se ha convertido en una especie de lugar de encuentro para los cultores, pero claro, tenemos que recuperar nuestros lugares”.

Siente tristeza cuando ve la Casa de la Cultura en ruinas, a la que considera un templo del saber cultural. “¿A qué se debe? Son 20, 30 años pidiendo que no se nos caiga y se nos está cayendo a pedazos”.

El Pollo ofrece su conocimiento y sabiduría, lo aprendido dentro de la biblioteca cuando quedaba en la Casa de la Cultura, desde donde trabajaron la motivación a la lectura, para que la gente no deje de leer ni de tener libros buenos. “Libros que puedo tener en mi biblioteca y ya los leí, los puedo traer y los pongo aquí para cambiar o vender, ejemplo para que mis compañeros también los traigan, lo veo como un emprendimiento, en mis horarios libres. Me vengo y propicio estudios populares. ¿Qué puedo hacer metido dentro de una oficina, hablando con cuatro paredes que no me escuchan? Es preferible sentarse en la calle, conversar con el pueblo y llevar la tertulias populares, la motivación a la lectura, canalizamos hacia los cuentacuentos, es un sueño”.

Para finalizar, El Pollo Figueroa formuló un llamado, desde el corazón, para que los cultores no desistan, invitándolos a que sigan defendiendo su forma de vida, su forma de ser, ese don que les regaló el Señor, el Padre Eterno, por encima de todo, por encima de cualquier circunstancia. Invitó a no politizar la cultura. “Tenemos que ser cultores, no políticos; tenemos que ejecutar proyectos, ayudar a los muchachos nuevos, no nos podemos quedar en la casa hablando, en la casa se pierde lo poquito que nosotros tenemos, podemos ayudar en las universidades, pero le pedimos a esas personas que rigen universidades que también nos ayuden”.

Fuentes:

Muro en Facebook de la BPC Rómulo Gallegos

Canal You Tube
El Tubazo Digital

 https://www.youtube.com/watch?v=_MPm87uwl7Q

 

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